El embarazo muchas veces puede ser una propuesta a abrir una puerta, a conectar con La Vida. Ese Sentir La Vida pulsando en nuestro interior puede llevar a flote y "subir el volumen" de aquello que teníamos "colocado" en algún rincón. Nos lleva a conectar con una parte de nosotras que pide ser llevada a la Luz y eso a veces, lo grita nuestro cuerpo. He acompañado a muchas mujeres que daban por "normal" tener algún dolor en el transcurso del embarazo. Se asume que el estar embarazada implica dolor en el cuerpo e incomodidad "normal en el embarazo". Y eso no es así. En realidad, lo único que hace nuestro cuerpo y el Ser que llevamos dentro, es ponernos en contacto con bloqueos emocionales y físicos que YA estaban allí. Ese dolor que puede llegarnos en forma de ciática, dolor inguinal, dolor lumbar,... no "nace" en el embarazo. Su origen es anterior a ese momento. A nivel físico/estructural puede verse reflejado en un ovario que, hablando de la mujer que Soy, no está "pulsando libre en Vida", se retrae, se bloquea y a nivel físico "tira" de los anclajes que lo sostienen a la estructura de la cadera. Ese bloqueo antiguo puede estar acallado debajo siendo compensado por otras estructuras de nuestro cuerpo. Mas cuando nuestro cuerpo y nuestra Alma empiezan a transformarse en el proceso del embarazo, ese sentir del Alma, esas memorias emocionales se movilizan y estos anclajes del cuerpo físico se tensan y llevan "a superficie" el bloqueo. Es entonces cuando una Puerta puede ser abierta. En el proceso del embarazo la percepción de la mujer, la consciencia y conexión con la Vida pueden estar a flor de piel, de eso hablan nuestras hormonas. Muchas mujeres comparten la experiencia tan transformadora que ha supuesto para ellas el embarazo, llevándolas a conectar con una parte de ellas mismas que no eran conscientes. Al mismo tiempo, el Ser que vibra en nuestro vientre nos mantiene en contacto directo con esa pulsación e impulso de Vida, nos conecta con una Verdad, con eso en nuestro interior acallado que pide ser liberado y que, para ello, se nos muestra. Es una oportunidad única. Acompañar ese dolor del cuerpo, abre la puerta a un dolor del Alma. Al conectar con ese dolor que se expresa en nuestro cuerpo físico permite abrir un espacio de crecimiento interior. Nos pone en contacto con heridas profundas que yacían en nuestro interior y que estaban soterradas. Tomar consciencia de ellas y confrontar esas heridas también nos prepara a la Madre que estamos gestando, más conectada con ella misma y consciente, imprescindible en la labor de acompañamiento del Ser que llevamos en nuestro vientre. En cuanto al cuerpo físico, al acompañarlo no sólo nos permite la posibilidad de liberar el dolor y liberar todo el cuerpo de la mujer en todo el transcurso del embarazo. Al dejar ir todas las trabas físicas que pueden influir en el proceso de parto y expulsivo correspondientes a la madre, nos permite también liberar la estructura del canal del parto. De esta forma este acompañamiento abre la puerta a que, en la parte que corresponde a la madre, éste se convierta en "una autopista" para el proceso del parto. Hace poco acompañé a una mujer embarazada de 34 semanas. Cuando vino me explicó desesperada que tenía muchísimo dolor en toda la zona lumbar, no podía girarse en la cama, ni levantarse ni casi caminar. Le habían dicho que no podía hacer nada más para ese dolor que descansar y se encontraba que teniendo dos hijos más le era muy complicado. Estaba desolada viendo, además, que no podía vivir conscientemente ni disfrutar su embarazo y menos aún, sentirse capaz de confrontar el parto. Sentía miedo que ese momento llegara. Me puse a la escucha. Mis manos sintieron y comenzaron a acompañar su ovario izquierdo que bloqueaba toda la cadera. Conecté con el sentir profundo en su cuerpo. Sentía el dolor del momento que estaba viviendo y del dolor que yacía en lo profundo de su Ser y cómo todo ello se reflejaba en su cuerpo. Mientras iba acompañando su cuerpo físico, fuimos hablando de lo que sentía en ella y lo que hablaba su Alma y fue reconociéndose en lo que le compartía. Lo que expresaba su ovario se había hecho patente en los últimas semanas y se sentía al límite. Después de 45minutos de sesión estaba más tranquila. La tensión física se había liberado y ella se calmó. El pulso de vida de su cuerpo había recuperado un espacio de paz. Después de darse un tiempo y respirar, se levantó "encogida", activándose la memoria de días anteriores cada vez que se movía. Sorprendida vio que aunque removida se levantaba sin el espasmo que era habitual y que podía caminar sin dolor. Nos encontramos varias veces más en el transcurso de sus últimas semanas de embarazo acompañando todo su proceso. Durante todo el camino que trazamos juntas fue cambiando toda su sensación. Se sentía más ligera y que podía vivir el embarazo ilusionada, consciente del proceso y sintiéndose capaz de confrontar el parto. Y tú, ¿viviste dolor en tu embarazo? ¿Te abrió una Puerta? Si hemos caminado juntas, ¿querrías compartir aquí tu experiencia para aportar Luz a otras mujeres...y a hombres que acompañan a sus mujeres? Gracias.
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Una Vida con Alma
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